Mis queridos Peques:
Dice una canción de Alejandro Lerner: «Porque siempre estarán en mí,
esos buenos momentos que pasamos sin saber...» y sigue: «La vida es un camino,
un camino para andar...».
¡Cuánta sabiduría tienen estas estrofas!
¡Sí! La vida se hace al andar, y es un camino lleno de momentos, de
instantes que luego quedan en la memoria para siempre..., como el de hoy, el de
ahora, en el que estamos todos sensibilizados porque este grupo, el de Mis
Queridos Peques: termina ya su primera etapa escolar: ¡el Jardín de Infantes!
Para mí, que los he visto crecer
en muchos casos desde la Sala de 4, es un momento de emoción, un momento en el
que la alegría se mezcla con la nostalgia de la despedida. Y también es un
momento en el que los recuerdos se agolpan en mi memoria, todos juntos, sin
respiro... Recuerdos de risas, de algunas lágrimas, de juegos y aprendizajes.
Más allá de todo lo aprendido y de todos los objetivos cumplidos, el
mayor logro es saber que he sido, en estos primeros años, parte de sus vidas,
acompañándolos y dándoles lo mejor de mí para ayudarlos a crecer y formarse.
Por eso tomo las palabras de Lerner, porque ustedes, Mis Peques, quizá sin saberlo, en todos los momentos
compartidos, han dejado una fuerte huella en mi vida y corazón..
En esta maravillosa tarea de ser maestros, uno va aprendiendo
mucho del camino andado junto con sus estudiantes.
Así, aprendemos a reírnos de cosas simples, a leer entre líneas
cuando alguien dice: «Me duele la panza...»; a descifrar una mirada que dice:
«¡Yo no fui!»... u otra que expresa: «Me da vergüenza...».
Gracias a ustedes, entiendo que, a veces, las cosas son más
fáciles de resolver de lo que creemos, y que solo basta con cambiar el lugar en
la ronda para verlas diferentes. A su lado, descubrí la maravilla de ver que
mezclando diferentes colores se enriquece la paleta...
Hoy suelto mi mano, pero no los dejo a la deriva; suelto mi mano para que suban un
escalón más y se tomen de la próxima: la de sus maestras de Primaria, quienes
los acompañarán a partir del año que viene con la misma dedicación y el mismo
cariño.
Pero antes de dejarlos, Mis Peques, quiero darles las gracias por
ser la razón de mi tarea.
Y también quiero agradecer a sus padres. Ellos han depositado en
mí la confianza para compartir lo más
preciado de sus vidas: a ustedes, sus hijos.
Les deseo lo mejor para la
próxima etapa, siempre estarán en mi corazón, las puertas del Jardín quedan
abiertas para cuando necesiten un beso pegajoso, un abrazo calentito, una
canción que anime el corazón…
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